24.10.08

Sintonizando


Intuyendo sonidos inteligentes, de esos que te transmiten más que las palabras.
La música es buena cuando te eriza o cuando te vuelca el corazón.
Súmale el poder verla.
Es de las mejores experiencias que puedes tener. Entras en un estado en el que eres receptora de algo y que a la vez tú misma eres emisora de la emoción.
Los bafles empujan tus pestañas y tus oídos.
Recreas, rehaces, interpretas, entrevés lo que te intentan decir.
Lo mejor de ello es, que es algo tan subjetivo, que incluso si la melodía va acompañada de letra, las palabras que forman los versos, las haces tuyas.
Es en uno de los campos en los que te puedes permitir lujo de ser el ombligo del mundo, piensas "esta canción la han escrito para mi". Y te sientes mejor. Estúpido. Reconfortante.
Y se acabó el espectáculo. Sigues notando la presión del sonido en el aire.
Todavía tienes el corazón a 140. Le pegas el último sorbo a la cerveza. Le das la última calada al cigarro.
Suspiras.

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